Allí, yacía Augusto, sin vida. Los últimos minutos antes de morir había estado pensando en una amistad que había terminado, sin él darse cuenta, se había alejado de su mejor amigo, quien moriría pocos días después.
Se preguntaba si él tenía la culpa, si habría sido un buen amigo.
Ahora nunca lo sabría...
Le restaban minutos de vida, se encontraba en un cuarto de hospital, conectado a un tubo de óxigeno, con solo 22 años, se iría, sin ver a sus hijos crecer, dejando a su esposa viuda, a sus padres llorando desconsoladamente!
- No quiero superarlo diría su madre.
- No es normal enterrar a un hijo agregaría su padre.
Augusto tampoco tendría respuesta a sus interrogantes...
La última frase que pasó por su mente fue:
Tal vez lo mató el orgullo...
0 comentarios:
Publicar un comentario