Acorralado, así se sentía.
Sin fuerzas, sin ganas.
Por momentos lograba centrar su atención en algún asunto.
No era felíz, su mejor amigo acababa de morir. Y con él se iban recuerdos que habían compartido. Canciones por ambos cantadas, risas, secretos. Historias que solo él conocía detalle a detalle. Ahora, ya no estaba allí para infundirle ánimo, darle consejos o simplemente escucharlo.
- "Nos quedaban tantas cosas por contarnos..." - Se lamentaba Augusto.
- "Aún me acuerdo como nos conocimos, como nos hicimos grandes amigos, estos momentos, quedaron vividamente grabados en mi memoria".
- "Y ahora que no estás pienso que tal vez no fui un buen amigo, quizá no supe escuchar, capaz debí callar..."
Augusto no sabía si había sido un buen amigo. Lo que sí tenía seguridad, es que NUNCA lo olvidaría.
0 comentarios:
Publicar un comentario