lunes, 21 de febrero de 2011

Doña Marta (Relato)

Esto sucedió un Lunes, me acuerdo exactamente de cada detalle, no se si es porque todo fue muy loco, o porque generalmente los lunes son los días más aburridos en los cuales no esperas encontrarte con nada diferente. En fin, el hecho es que yo llegaba a mi lugar de trabajo, el puerto.
Soy traductor/interprete de Portugués-Español. Este lunes, como todos los días subí a la lancha y comenzamos viaje.
Entre los pasajeros se encontraban 3 muchachas de Chile, 5 Guatemaltecos, una pareja de Argentina, los tortolitos del viaje, que nunca faltan y una señora de unos sesenta y tantos, rubia, 168cm, rellenita, que no dejaba de mirarme de arriba a abajo que al parecer era Puerto Riqueña. Yo estaba bien vestido, como de costumbre, camisa color caqui floreada, pantalones blancos, zapatos blancos, lentes de sol. Para darle un toque caribeño, en la lancha había música, por citar el ritmo: Salsa, especificamente. Doña Marta, al oir el son de la salsa, se puso como loca, me sacó a bailar, se puso una rosa en el pelo (No pregunten de donde sacó la rosa porque hasta el día de hoy estoy intentando adivinar de donde salió) y cuando yo quise ver, me había pisado hasta el callo del dedo gordo del pie.

... Me parece razonable contarles algo que no tiene lógica a simple ojo humano, lo cual es un misterio para mi. Antes del pisotón de doña Marta yo no tenía ese callo, pero algo instintivo en mí ocurrió, sentí en mi mente, en mi piel, en mi ser, lo que por la mente, cuerpo y alma de Marta ocurría.
En ese momento mis sentimientos se confundieron, estaba pasando por un momento crítico en mi vida.
Y Marta... con su swing particular, y la rosa en el pelo...
... ¿Cómo olvidar su mirada? ¿Cómo olvidar sus pisadas?...
Cuando me encontré a mi mismo en lo más profundo de mi ser, me di cuenta que Marta no era para mi. No se acostumbraría a un bohemio, con aire de trovador...
Lo que sucedió ese día me marcó, pero eso ya es otra historia...
... Ahora llevo en las cicatrices de ese lunes, un callo...
¿Qué fue de Marta? ¿Y la parejita de tortolitos? ¿Los 5 guatemaltecos? Y ¿Las 3 muchachas Chilenas?
¿Supieron de esta historia? ¿Qué estaban haciendo en el momento que yo bailaba con Doña Marta? 
...
Algo que yo no había percibido en un principio era que Doña Marta no era rubia natural, aquel color, no era el suyo.
Estimados lectores, se que más de uno dirá: ¿Cómo que no era suyo? ¿No pagó por la tinta?
A lo que yo me refiero es que no era natural, ese color, no hacía parte de su esencia.
Mientras mi mente se encontraba divagando sobre este nuevo descubrimiento, los 5 guatemaltecos se hallaban sentados a la mesa de las 3 chilenas.
Conversaban sobre la diversidad cultural, las costumbres variadas, se hacían chistes, y jugaban a las cartas.
Marta y yo, estabamos a unos 10 metros de ellos.
¿Si nos vieron?
Me terminé enterando que uno de los guatemaltecos era sobrino de Doña Marta.
Rigoberto Mendez, es su nombre. Sería él, quien le hubiera dicho: "Oiga tía, muestrele su Salsa!".
Yo por mi parte sabía que no debía mezclar lo laboral con lo emocional.
Estaba tan metido...
Hasta los huesos...
¿Qué me llevó a darme cuenta que Doña Marta y yo, no tendríamos futuro juntos?
Continuará...


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